oraciones para la vida
Con frecuencia nos preguntamos cómo debemos dirigirnos a Dios, ya Jesús, su Hijo, nos enseñó cómo hacerlo “Cuando oren digan: Padre Nuestro…” así, lo primero que tenemos a nuestro alcance es estaoración, la más perfecta oración transmitida por Jesús a sus discípulos: El Padre Nuestro. Vamos a saberque, siempre que nos dirigimos a Dios, será en adelante con este término “Padre”. Toda oraciónespontánea nos sirve para hablar con Él, sin embargo, en ocasiones, no nos alcanzan las palabras ni lasemociones, y necesitamos recorrer algunos caminos según nuestras circunstancias personales. En esteespacio, te ofrecemos esos caminos, para amarlo, preguntarle, adorarlo, agradecerle, para hacerle saberlas tormentas emocionales que atravesamos, pero sobre todo, para aprender a abandonarnos a susdesignios, sabiendo que sus caminos, son siempre perfectos, y como niños pequeños confiados en AquelPadre amoroso, nos tomaremos con confianza de sus manos, e iremos a donde Él nos quiera llevar,teniendo la certeza, de que en esos brazos, estaremos siempre seguros.
PADRE SANTO
PADRE SANTO
Padre Santo y querido: estoy debatiéndome a solas con mis sombras.
Las heridas están abiertas y necesito el aceite de tu consolación,
Padre mío.
Sé que no puedo llegar al alba sino por el sendero de la noche,
pero dame la mano para la travesía.
Cántame Padre una honda canción, quizás una canción de cuna,
y la alegría volverá desde tierras lejanas.
Envíame un fuerte viento de popa: de nuevo levaré anclas.
Soltaré las amarras y partiré hacia alta mar.
¿Será que el tiempo dispersará las semillas sobre estepas estériles?
Yo iré por delante sembrando;
tú vendrás por detrás tocando todo con mano mágica,
y hasta los espinos florecerán.
En mi camino de piedras planta tú, Padre mío.
Aguas frescas manarán esta noche, y mañana habrá nieve sobre el Hermón,
y aliento en mi alma.
Y alegre partiré de nuevo hacia el lago.
Amén
PACIENCIA
PACIENCIA
Hijo,
Si emprendes en serio el camino de Dios,
Prepara tu alma para las pruebas que vendrán;
Siéntate pacientemente ante el
Umbral de su puerta
Aceptando con paz los silencios,
Ausencias y tardanzas
A las que El quiera someterte,
Porque es en el crisol del fuego donde se purifica el oro.
Señor Jesús, desde que pasaste por este mundo
Teniendo la paciencia como vestidura y distintivo,
es ella la reina de las virtudes
y la perla más preciosa de tu corona.
Dame la gracia de aceptar con paz
La esencial gratuidad de Dios,
El camino desconcertante de la Gracia
Y las emergencias imprevisibles de la naturaleza
Acepto con paz
La marcha lenta y zigzagueante de la oración
Y el hecho de que el camino para la santidad
Sea tan largo y difícil.
Acepto con paz
Las contrariedades de la vida
Y las incomprensiones de mis hermanos,
Las enfermedades y la misma muerte,
Y la ley de la insignificancia humana, es decir:
Que, después de mi muerte, todo seguirá igual
Como si nada hubiese sucedido.
Acepto con paz
El hecho de querer tanto y poder tan poco,
Y que, con grandes esfuerzos, he de conseguir
Pequeños resultados.
Acepto con paz la ley del pecado, esto es:
Hago lo que no quiero, y dejo de hacer
Aquello que me gustaría hacer.
Dejo con paz en tus manos lo que debiera
Haber sido y no fui,
Lo que debiera haber hecho y no lo hice.
Acepto con paz toda impotencia humana
Que me circunda y me limita.
Acepto con paz
Las leyes de la precariedad y de la transitoriedad,
La ley de la mediocridad y del fracaso,
La ley de la soledad y de la muerte.
A cambio de toda esta entrega, dame la Paz, Señor.